El sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa cuyo primer signo suele ser la fiebre alta, que comienza unos 10 a 12 días después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días. En la fase inicial, puede presentar rinorrea, tos, ojos llorosos y rojos, además de pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas. Al cabo de unos tres días aparece un exantema, generalmente en el rostro y la parte superior del cuello, que se va extendiendo, hasta llegar a las manos y pies, que dura entre 5 a 6 días, para luego desvanecerse. Asimismo, es acompañada de manchas rojas en la cara, cuello, manos y pies. La enfermedad tiende a avanzar hacia la vía aérea inferior presentando bronquitis y neumonía u otras complicaciones como encefalitis, ceguera y diarrea grave con deshidratación.
La Dra. María Luz Endeiza, infectóloga pediátrica y jefa del Vacunatorio de Clínica Universidad de los Andes, afirma que “este virus se contagia por medio de la inhalación de gotitas que se presentan en el ambiente, por lo que es altamente contagioso. Las gotas infectadas pueden permanecer activas durante varias horas sobre una superficie o en el aire”.
Se estima que el 90% de las personas no vacunadas pueden desarrollar sarampión al estar en contacto con alguien contagiado y los cuadros más graves se dan en lactantes menores de un año, en los que puede desarrollarse otitis media aguda, neumonía, laringitis obstructiva y ocasionalmente diarrea aguda con deshidratación.
Para prevenir el sarampión se debe aplicar dos dosis de la vacuna Tres Vírica, que incluye la de sarampión, paperas y rubéola, una al año de vida y la siguiente a los 3 años.
La especialista afirma que, si bien, en Chile, la transmisión del sarampión fue controlada en 1992 y se interrumpió su transmisión en América Latina el año 2016, en varios países de la región existen brotes de esta enfermedad, por lo que se recomienda la vacunación a todos quienes podrían ser susceptibles de contagiarse al viajar fuera de Chile, para no enfermarse ni introducir el virus al país.
Para evitar contagios, el Ministerio de Salud recomienda que se vacunen:
- Personas nacidas entre los años 1971 y 1981, que viajen al extranjero y no hayan recibido las dos dosis de la vacuna después del año de vida.
- Lactantes de 6 a 11 meses con 29 días, que viajen fuera del país.
- Niños entre 1 y 6 años, que tienen solamente una dosis administrada y viajen fuera del país.
“Las mujeres embarazadas, lactantes y personas con sistema inmune débil que estén expuestos al virus, no pueden vacunarse, ya que se trata de una vacuna hecha en base a virus vivos atenuados, pero pueden recibir una inyección de anticuerpos (inmunoglobulina) en caso de ser contacto de un caso confirmado. Cuando es administrada, dentro de los seis días tras la exposición, los anticuerpos pueden ayudar a disminuir los síntomas y prevenir la enfermedad”, afirma la especialista.
No existe un tratamiento antiviral específico para esta infección y con mayor frecuencia los pacientes suelen recuperarse entre los 14 o 21 días. Dentro de las primeras 72 horas de la exposición al virus, se puede administrar la vacuna contra el sarampión a aquellas personas que no hayan estado vacunadas o tenían una sola dosis. En el caso de que la enfermedad se manifieste, esta suele presentar síntomas más leves y menor tiempo de duración, tras contar con la inmunización.
Ante la sospecha de un caso de sarampión, o de ser contacto estrecho, se debe contactar inmediatamente a un médico para comenzar la profilaxis o el tratamiento que corresponda, notificar el caso y hacer seguimiento a los contactos.
Para concluir, la infectóloga recomienda “usar medicamentos para aliviar la fiebre, como ibuprofeno o paracetamol, junto con un adecuado apoyo nutricional y de hidratación. En caso de contraer una infección bacteriana, neumonía o una infección del oído, el médico recetará los antibióticos adecuados”.

La Dra. María Luz Endeiza, infectóloga pediátrica y jefa del Vacunatorio de Clínica Universidad de los Andes