
- En una charla ofrecida por el psicólogo Gonzalo Pérez en la Universidad del Pacífico, el experto refutó los datos presentados en el reciente Informe Mundial de Felicidad de la ONU, argumentando que hoy “Chile será objetivamente muy feliz como sociedad, pero subjetivamente es uno de los países más depresivos del planeta”.
Hoy la salud mental en nuestro país no es óptima, pese a los indicadores del reciente Informe Mundial de Felicidadentregado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que ponderan a Chile en el lugar 20 de los países más felices del mundo. Así de claro fue el reconocido psicólogo Gonzalo Pérez, en Seminario sobre Calidad de Vida organizado por losProgramas de Magíster de la Facultad de Ciencias Humanas y Educación de la Universidad del Pacífico, que abordó los desafíos de la intervención psicosocial.
En su charla “Salud Mental y Psicología Humanista Transpersonal”, el profesional explicó que “en la orquesta de las naciones del planeta, Chile es considerado uno de los más felices, y el más feliz de Latinoamérica, porque la ONU examina parámetros como estabilidad social, presencia o ausencia de violencia, posibilidades educacionales, que se cumplen. Pero, ¿somos felices los chilenos? Poco. La mayoría de los chilenos se considera furioso con todo lo que ocurre, insatisfecho con lo que pasa. Ese lugar ningún chileno se lo cree. La onda es que estamos pésimo”, recalcó el especialista.
“Chile será objetivamente muy feliz como sociedad, pero subjetivamente Chile es uno de los países más depresivos del planeta. La depresión histórica chilena en los últimos años está cargada a la rabia y al odio. Lo clásico de Chile es la depresión resignada, fatalista, gris, sin salida. Una depresión que desde el 2010 a la fecha, se ha ido cargando también de rabia y odio, de buscar culpables y de poder ventilar frustración por la vía violenta”, agregó.
Pero, ¿a qué se debe esta situación? “Chile funciona con un sistema mundial de abuso humano que es la esclavitud pagada, es decir, un funcionamiento laboral normal. Pero en Chile es peor que en otras partes y, claro, en Suecia también hay esclavitud pagada, pero allá trabajan 40 horas a la semana, tienen una cantidad de apoyo como salud de primera gratis, educación de primera gratis y para todos, aunque sea gratis entre comillas”, afirmó el experto en salud mental.
Adicionalmente, planteó que en nuestro país hay un problema para disfrutar de la vida. “Es impresionante lo poco erótico que es Chile, congelados de la cintura para abajo. Estamos llenos de infelicidad, depresión y frustración, y nos damos cuenta de que estamos así no por la educación o la salud; es más profundo el tema”, sentenció.
Los efectos políticos, sociales y económicos
Gonzalo Pérez cree que parte de los problemas de salud mental tiene que ver con que en Chile está totalmente perdido el sentido y la mística. “Los seres humanos no sólo vivimos de comida y de cariño, también de sentido y de belleza. Y cuando se echan a perder nuestros sensores del sentido y belleza, nuestra salud mental comienza a deteriorarse rápidamente. Una parte importante de lo que ocurre en Chile es que está totalmente perdido el sentido. Una Universidad, un país, una familia o cualquier organización humana, requiere de sentido y de mística. ¿Qué permitió que fuéramos bicampeones en el fútbol? La mística de los jugadores. Todo sabemos que estos once chicos maravillosos fueron campeones dos veces por la mística”, ejemplificó.
El psicólogo indicó que parte de esta pérdida de sentido tiene que ver con la tremenda desilusión que se vive en Chile. “Fue todo tan nítido hasta el 2001. En el imaginario colectivo era el primer año esperado de una era bendita y luminosa, y en vez de ser un año como portal de luz y promesa de humanidad que agarra vuelo con lo verdadero de la vida, fue el año de las Torres Gemelas y el colapso del orden mundial en el miedo. Y eso es lo que se vive hoy en el mundo. Y cayeron junto con las Torres, las garantías de seguridad”, precisó.
Pérdida de mística que también se basas en los acontecimientos políticos, sociales y económicos de los últimos años en Chile. “Todo el final del siglo XX fue lo más místico que hay en términos sociales. Porque los ‘60 fueron pura mística. Primero pura mística revolucionaria, de cambio, humanismo, liberación, justicia, hermandad. Primero lo que fue la revolución en libertad de la primera DC con el primer Frei, un tiempo espectacularmente lleno de espíritu, de sentido, con que todos los chilenos vibraban con lo que pasaba por Chile, sabiendo que había transformaciones profundas e inmensas. Después en la Unidad Popular, un tiempo lleno de espíritu, donde Chile no conocía el consumismo, porque no había nada que comprar. No había importación, todos los productos se hacía por ley en Chile. Y con tan poca oferta en marcas de autos, comida, juguetes, no se genera consumismo. Chile estaba prendido de sentido y de belleza. La prueba se ve en la música popular con sus cantautores. Tan creativo, musical y lleno de novedad. Y después vino lo contrario, lo opuesto, la dictadura, pero fueron 17 años místicos. También había mucho espíritu, porque los horrores, la muerte y el miedo, igual generó movimiento del espíritu en otra dirección, de la liberación. Vivíamos aterrados y con toque de queda, pero trabajando para la liberación. La prueba: los fenómenos como la Vicaría, Los Prisioneros, Teatro El Trolley y Ramón Griffero, un underground creativo en contra de la dictadura impresionante. Es decir, sentido y belleza”, argumentó.
Un espíritu que fue perdiéndose poco a poco en los tiempos posteriores. “Duró el No, la Alegría ya viene. Y luego vivimos una administración democrática exitosa, a pesar de las críticas. Chile, de ser la nada misma, la peor provincia del continente, se convirtió en una isla próspera, admirada por los demás. Pero lo terrible que fue pasando es que no hubo ni una posibilidad de que gobiernos de la Concertación encarnaran el anhelo espiritual de un cambio drástico, humanista, de liberación verdadera. Fueron gobiernos buenos, que sostuvieron la transición de una manera tremendamente positiva, pero hubo una parte que es la desilusión”, añadió.
Luego, la salud mental se ha ido deteriorando tremendamente. “Uno, con la sociabilización del abuso social. La cantidad de chilenos que trabajan diez o doce horas diarias por platas malas, es alta. En Chile hay una de las jornadas más largas y menos productivas. Está instalado el capitalismo salvaje, con poca protección social. ¿Cómo puede haber salud mental? Y ahí está la voz sabía de la psicología transpersonal, que dice que adaptarse a una sociedad enferma es enfermarse”, acotó.
Pero no está todo perdido. “La psicología humanista transpersonal, que tiene que ver con la psicología espiritual, es decir, con lo que está más allá de la persona, nos dice que podemos sanarnos completamente de la contaminación mental y ser felices. Y que tiene que ver con ser capaces de compartir, percibiendo en todo lo que nos ocurre sentido y belleza, significado y trascendencia”, concluyo el psicólogo Gonzalo Pérez en el Seminario de Calidad de Vida de la Universidad del Pacífico.